domingo, 23 de febrero de 2014

Torrijas de leche para acabar mi noche con Escorpión

   
   La otra noche salí con mi amigo Escorpión. No es que sea un insecto, en algún momento le cayó ese apodo y así se hace llamar.
    No nos hemos visto mucho desde que acabamos los estudios, pero  coincidimos y se mostró muy interesado en recuperar nuestra antigua amistad ahora que había tenido que volverse a casa de sus padres.
    Se empeñó en sacarme de fiesta para ver si me arregla esto mío de las relaciones románticas.
    El tipo, con un encanto arrollador, no ha tardado nada en presentarse a dos encantadoras damiselas y juntos nos hemos tomado ya la primera copa.

    A partir de ahí la noche ha ido rodada y enseguida he sentido química con una de ellas, aunque tampoco es que nos las hayamos repartido.
    Hemos seguido la velada por todos los locales de moda, Escorpión repartiendo encanto entre los tres por igual. Desde luego no se como perdí el contacto con un amigo como él.

    Exaustos y felices, propuse ir a desayunar a una terraza que conoce poca gente, está en una placita coqueta con acacias donde hay un cafetín encantador.
    Efectivamente les encantó. Yo tenía la sensación de que aquello era el principio de "una gran amistad y lo que surja" ;)

    Pedimos el desayuno: zumo, té y unas torrijas que quitan el sentido. Entonces tuve que ausentarme un momento para atender la llamada de la naturaleza.
    Cuando volví me tenían una sorpresa, no había nadie en la mesa, una sola nota ponía fin a la noche.
    "Lo siento, no puedo evitarlo. Es mi naturaleza. Fdo.: Escorpión"
    Mis labios dibujaron una sonrisa mientras pensé "Que me quiten lo bailao". Seguí disfrutando del sol de invierno y de la torrija, admirando, pese a todo, a ese cabroncete. Eso si, de ser mi compañero de piso nada! Ji,ji




Torrijas de leche

1/2 litro de leche
La cáscara de 1 limón
1 palo de canela
10 c.s de azúcar
1 huevo batido
1 barra de pan de torrijas o brioche en rebanadas gruesas

Cobertura
2cs de azúcar+1c.p. de canela
100 ml de ron
3 c.s. de miel

   Ponemos a hervir la leche a fuego medio, en cuanto empiece, la retiramos y añadimos el azúcar  y despacito el huevo batido removiendo sin parar. Volvemos a poner a fuego bajo y removemos 5'' más. Dejamos enfriar.
   Convinamos en un cacito el ron y calentamos con la miel hasta conseguir un almíbar.
   Ponemos abundante aceite en una sartén a fuego no muy fuerte y freímos por los dos lados las rebanadas bien impregnadas con la leche colada.
    Las vamos poniendo en una fuente, bañar con el almíbar y espolvorear la mezcla de azúcar y canela.
Como nos dice Bego de Al calor del horno, si las ponemos en un tupper cuando aun están calientes conseguiremos que el azúcar se funda y queden bien jugosas.

* Esta receta participa en el reto del Asaltablog, que este mes a robado en manada recetas a Al calor del horno, un blog impresionante con un montón de recetas y para  muestra esta de Torrijas

*Yo he hecho la receta a mi manera, con el truco de las monjas, mezclar el huevo con la leche. Facilita mucho el tema del frito y además las deja más firmes por fuera y casi derretidas por dentro.




 
 




domingo, 16 de febrero de 2014

Bollitos kaiser para pulgarcito




  El otro día vino el crío de los vecinos por casa pidiéndome pan. La verdad es que la familia lo está pasando fatal, así que como acababa de sacar unos bollos Kaiser del horno decidí dárselos todos.   
   El pobre Pulgarcito está canijillo, su madre dice que es una cosa de tiroides aunque a mi me parece que a este chaval lo que le hace falta es mojar un poco de pan.

    Me quedé contento pensando en lo que les iban a gustar mis panecillos, entonces me dí cuenta de que no tenía pan para comer y no me quedó otro remedio que salir a comprarlo.
   A pocos metros de mi casa encontré el primer trozo de pan en el suelo. Me extrañó, pero al muchachito bien se le podía haber caído, esta hipótesis se vino abajo al ver un reguero de pedazos de MI delicioso pan. Según iba siguiendo su rastro mi cabreo iba en aumento.
   Parecía que el muy imbécil había usado mis kaiser para marcar el camino de su casa a ...¡el kiosco! Y allí estaba tan pichi, gastándose los cuartos en litros de cerveza, patatas fritas y lo que es peor: bollería industrial.

   Entré con la vena del cuello a punto de hacer Krakatoa, pero el rufián se lo olió y salió escopetado haciendo burla y desabrochándose el cinturón para regalarme un calvo.
   Y en esas estaba cuando apareció una vaca y antes de que me diera tiempo a avisarlo, ¡ñam!. Se lo zampó, confundiendo supongo su sudadera de camuflage con una col.


   Yo estaba en pleno shock cuando aparecieron sus padres, les conté lo de la vaca obviando lo demás pensando que bastante susto iban a tener. Pero que va, por lo visto esto le ha pasado ya un montón de veces y liberarlo es tan sencillo como hacerle cosquillas al animal con una pluma en la nariz.
   Lo que pasa es que esta vez estaban bastante enfadados, porque al niñato se le había ocurrido palear la cartera a su padre y escaparse para ir a hacer botellón.
   Me costó aguantar la risa cuando me dijeron que esta vez lo iban a dejar un ratito más, simplemente hasta que la vaca se librase de él de forma natural, a ver si así escarmentaba.


Panecillos Kaiser

250 gr de harina de fuerza
5 gr de sal
5 gr de levadura fresca
15 gr de masa madre
10 gr de miel 
1 huevo grande
25 gr de aceite
150/125 ml de agua
25 gr de puré de patatas deshidratado
Semillas para decorar (Opcional)

   Mezclar todos los ingredientes en un bol, reposar 5 min. y entonces con una mano, como si fuera una pala, estirar la masa y plegar sobre si misma. Refrigerar tapado 12 h.
   Pasado este tiempo formar un cilindro y dejarlo descansar 10 min.
   Precalentar el horno a 220º.


   Cortar en 6 trozos iguales. Rodar sobre la mesa, ligeramente enharinada hasta tener un churro de 25/ 30 cm. Anudar como se ve en la serie de fotos, doblar los extremos hacia abajo introduciendo las puntas  por lo que sería el "culo".
    Pincelar con agua y pasar por un trapo en el que habremos puesto las semillas.
    Meter en la mitad inferior del horno y bajar a 200º. Cocer 20 min.
    Sacar y enfriar en una rejilla.

lunes, 10 de febrero de 2014

Galletas linzer para un San Valentín en Oz

 
      Los hay que se dejan llevar por la bajas pasiones. A mí, las que me arrastran son las bajas presiones... En plena ciclogénesis explosiva a la tormenta se le ocurrió jugar al Mago de Oz con mi casa.
     Otro San Valentín solitario, me cobijaba de la lluvia y el viento delante de mi chimenea cuando de pronto mi guarida empezó a crujir y a temblar. Y antes de que me diera cuenta de lo que pasaba salimos por los aires dando vueltas como un trompo.

    Por lo que pudiera pasar, me agarré a la bandeja donde llevaba la merienda para no quedarme en ayunas si salía vivo del vuelo.
    Cuando estaba pensando que nunca iba a parar se hizo el silencio momentáneamente y acto seguido nos estrellamos contra en suelo con gran estruendo.
     Salí de los restos de mi pobre morada para descubrir espantado que había aterrizado sobre una persona, sus piernas asomaban bajo los escombros calzadas con lo que parecían unos Christian Louboutin auténticos de suelas coloradas.

    Estaba allí pasmado decidiendo que hacer cuando apareció una bruja, no había duda: gorro de cucurucho, escoba... Pero una bruja buena buena, por no decir buenorra. Me informó de que era un héroe ya que las piernas aplastadas pertenecían a una bruja malvada y opresora.
    Eso no me consoló lo más mínimo, no estoy nada a favor de la pena de muerte. Ignorando a la maciza me lancé a escarbar en los escombros. Por suerte, la bruja mala aún respiraba, y conseguí que abriese los ojos tras utilizar todas la maniobras de reanimación que sé.

   ¡No veas qué alivio! La bruja me agradeció el esfuerzo y yo tampoco me entretuve mucho explicándole que la casa que le había caído encima era la mía, ejem.
   Me contó que tampoco era tan malvada como decían, simplemente había optado por una carrera en la burocracia de Oz dejando algunos cadáveres por el camino, metafóricamente hablando, claro. Ahora se arrepentía de ser tan competitiva. Yo, que estoy en pleno proceso de cambio de imagen, enseguida me sentí identificado.
  Le dije que siempre estaba a tiempo de cambiar su karma y que tenía que tomar lo de la casa como un aviso, ejem, ejem. Que mejor ocasión para dar la vuelta a las cosas.
   Decidió hacerme caso, quería disculparse con todos a los que había hecho daño. Llamó a la otra bruja y tras regalarle los zapatos y calzarse unas alpargatas de esparto, los tres merendamos mis galletas linzer tan ricamente.

   Me propusieron ir con ellas por el carril bici amarillo a la ciudad Esmeralda, por lo visto tiene una vida tremenda. Ya estaba dudando entre ambas, era indudable que había tema, cuando una viga de mi maltrecha casa me cayó encima dejándome sin sentido.
   Al despertar estaba otra vez sólo en el sillón ante la chimenea,  mi merienda había desaparecido y de ligar ni hablamos.

 Galletas Linzer
  
  250 gr de harina floja-repostería
  1/2 c.t. de levadura
  75 gr de almendras en polvo
  60 gr de azúcar glas
  1 Pizca de sal
  1/ 4 c.t. de canela
  1/4 c.t jengibre en polvo
  70 gr de mantequilla
  40 gr de azúcar
  1 c.p. de esencia de vainilla
  2 gotas de aroma natural de almendras
  1 Huevo grande
  Mermelada, en mi caso de fresa y mora

     Tamiza la harina junto con la levadura y reserva.
     Mezcla en el vaso de la batidora la almendra en polvo, el azúcar glas (50 gr.), la sal, el jengibre y la canela.
Añade la mantequilla con el azúcar normal y bate todo hasta que la mezcla sea cremosa.
    Incorpora entonces la esencia de vainilla, las gotas de esencia de almendra y el huevo batido; bate hasta que se integre todo bien.
    Echa poco a poco mezcla de  harina y levadura que teníamos reservada removiendo con una espátula hasta formar una masa. Haz una bola y envuelta  en film transparente y refrigera un par de horas.
    Precalienta el horno a 170º.
    Estira la masa con un rodillo hasta que tenga unos 3 ml. y con  un cortapastas cortamos las formas deseadas. Los mios hacen los vacíos del centro a la vez, pero sino puedes usar uno normal uy otro mas pequeño para hacer el vaciado.
    Hornea a 170º  sin aire, durante unos 10 min. en la mitad inferior del horno vigilando que no se tuesten.
    Saca las galletas del horno que estarán ligeramente tiernas y ponlas en una rejilla hasta que se enfríen completamente.
    Pon un poco de memelada en la mitad sin agujero, une la parte de arriba y espolvorea con azúcar glas, así la mermelada húmeda no perderá brillo pero quedará mas sólida.

domingo, 2 de febrero de 2014

Empanadas caseras de sardina para una Cenicienta en apuros

¡Lo que no me pase a mí!
   Ayer pasa por aquí una comisión real preguntando si me pertenece un zapato de cristal. Mirando mis zarpas se hace evidente que no. Así que se van con el zapatito a otra parte.
   Hasta aquí nada demasiado raro para lo que es el bosque de los cuentos, pero no os preocupéis que hay más...

   "Chist, chist, tío"  - Me llama alguien desde debajo de ¡mi!cama.
   Intrigado, me agacho a mirar y descubro a una muchachita desaliñada con cara de susto y unos pelos que ni la bruja Avería.
   Resulta que es Cenicienta, una pobre huerfana que vivía, y lo digo en pasado porque se ha fugado, con su madrastra y dos hermanastras, con las que se entiende fatal, porque según ella son unas pijas de cuidado.

   Lo que yo había tomado por desaliño es totalmente intencionado, los pelos enredados son en realidad rastas y la carita sucia no es otra cosa que los restos de maquillaje. Su vestuario, compuesto por unos pantalones "cagones" y una sudadera XXL, completan el efecto.
  El otro día fue el baile real. Y ella, con la ayuda de una amiga "estilista", se coló. Con tan mala suerte que "ese cursi de príncipe se colgó por mi y los dichosos zapatos de cristal", según sus palabras.  De ahí que ahora la estén busquen por todo el reino para casarla con él. Es lo que tienen estas monarquías absolutas, te juegas la cabeza ante cualquier capricho de un tiranuelo endogámico.
   Le pregunté que para qué fue al baile si no le va ese rollo tan repipi. Resulta que su intención era ver a la banda que tocaba y pasarle al manager una maqueta de su grupo, cosa que hizo. Y hoy mismo la han llamado para ofrecerlas acompañar al grupo como teloneras en su próxima gira, pero si no se libra del príncipe no lo conseguirá.
   La tranquilicé enseguida, en cuanto se hiciese de noche la sacaría del reino, porque  nadie conoce los atajos del bosque como yo, si no me creeis preguntad a Caperucita.
   Mientras, cenamos un platillo humilde pero delicioso que hizo que se chupase los dedos hasta los nudillos.


Empanadillas de sardinas y patata.

Para la masa (1 docena)


75 gr de aceite de girasol
175 gr de harina
75gr de agua
1 pizca de sal

        En un cazo mezclamos el aceite y el agua y lo ponemos al fuego, cuando aparezcan burbujas gordas en el fondo lo retiramos.
      Le añadimos de golpe la harina con la sal y lo mezclamos todo bien con una cuchara de madera hasta que esté bien incorporado.
      Dejamos la masa reposar 30 min. en la  nevera envuelta en papel film.
      Enharinamos la mesa de trabajo y estiramos la masa bien fina (si se nos encoje, la dejamos reposar un poco más a temperatura ambiente).
.     Cortamos cículos de unos 10 cm. con un cortapastas o un vaso y los vamos colocando entre cuadraditos de papel de horno para que no se nos peguen unos con otros.


Para el relleno


1 patata mediana cocida
1 cebolla pequeña picada
1 c.p de ralladura de limón
1 lata de sardinas
25 gr de piñones (opcional)
 5 ramitas de cilantro

    Mezclamos todos los ingredientes, previamante desmenuzados y colocamos  una cucharada sobre un círculo de masa. No ponemos mucha cantidad o se abrirán. Mojamos un dedo en agua y lo pasamos por todo el borde, doblamos la masa sobre si misma y terminamos de sellar presionando el borde con las puntas de un tenedor.
  Freímos en abundante aceite de oliva bíen caliente o si lo prefieres puedes metralas 10 min en el horno a 175º pinceladas con huevo, quedan mas ligeras pero en mi opinión menos sabrosas ¡Un dia es un dia!