Ayer tuve una visita de esas que sólo me pasan a mí. Al responder al timbre de mi guarida encontré
tras la puerta a una chica tocada con un cántaro sobre la cabeza.
Seguro que habéis oído eso de que la gente se acaba pareciendo a sus mascotas... no quiero entrar en detalles groseros o subidos de tono sobre la fisonomía de esta chica, pero no se si la llaman "la lechera" por su profesión o por su aspecto. Durante toda la conversación que mantuvimos, aunque más bien fuese su monólogo, tuve varias perdidas de atención al ver todos mis recursos absorbidos por aquellas dos ojivas nucleares.
Estoy divagando, pero creo que le hubiese pasado a cualquiera: hombre, mujer, lactante o militar sin graduación, hubiesen tenido este síndrome de déficit de atención.
Al tema, la lechera era super fan de mi blog, me seguía desde el principio y venía a proponerme un negocio. Su idea era convertirse en algo así como mi productora. Hoy, con el dinero que sacase de la venta de la nata que llevaba en la cántara pagaría el anuncio de ¡Mi primer libro de recetas! y con lo que recaudasemos con la preventa daría para pagar los gastos de la primera edición.
Como el libro se vendería como los churros, pronto haríamos una segunda, tercera, incluso una cuarta edición y empezaríamos a ganar pasta.
Con semejante tirón habría gran demanda de mis talleres por todo el país y ella tendría que llevarme una agenda bien gorda para cuadrar todas las fechas.
Por supuesto, este éxito pronto atraería la atención de los medios y no tardarían mucho en entrevistarme, ofrecerme mi sección fija en alguna revista dominical y porque no, mi propio programa de televisión. Sería jurado de concursos en prime time...
Tuve que interrumpirla, porque estaba ya entrando en éxtasis y le pregunté cuanto valía la nata que quería vender.
Le pedí que me la enseñase, le dí el importe y cerre la puerta ante su sorpresa dejándola del otro lado.
Algunos pensaréis que estaba perdiendo una oportunidad, pero si hay algo que valora este lobo en particular es su intimidad.
Realmente saqué algo fantástico de su visita: Un nata de primera calidad para hacerme una deliciosa paulova! ji,ji.
Paulova de frutas del bosque de los cuentos
Para el merengue
4 claras de huevo a temperatura ambiente
225 gr de azúcar glas
1 c.s. de maizena
2 c.t. de zumo de limón
Para la cobertura
200ml de nata de montar muy fria
2 c.s de azúcar glas
250 gr de fresas y moras
Precalentamos el horno a 140º
Sobre un papel de hornear trazamos un circulo de unos 22 cm
Tamizamos por separado el azúcar glas y la maizena
Comenzamos a batir las claras hasta que empiecen a formar picos y vamos añadiendo poco a poco el azúcar glas, batiendo hasta tener un merengue bien firme. Entonces espolvoreamos la maizena y el zumo y con la ayuda de una espátula mezclamos, teniendo buen cuidado de que no se baje, realizando para ello movimientos lentos y envolventes.
Vertemos sobre el círculo dándole forma con la espátula y ahuecándola ligeramente en en centro.
Introducimos el merengue en el horno 45 minutos, lo apagamos y lo dejamos dentro para que se seque hasta que esté frío.
Mientras montamos la nata, batiendo hasta que empiece a estar firme y añadiendo entonces el azúcar restante.
Cubrir el merengue con la nata y la fruta troceada y a disfrutar.
La inspiración y el valor para decidirme a hacer esta receta que ha resultado increíblemente fácil me la dio el blog de Loly, O garfelo. Como de costumbre, pese a que la suya lucía mas bonita que un S Luis tuve que hacer alteraciones, ya sabéis que es una tara que tengo, ji,ji El resultado es delicioso y muy espectacular y os animo porque vale la pena.
Vaya pinta la paulova, y la historia es genial, como siempre
ResponderEliminarUn besito!!
Ay Señor Lobo, cuánto tiempo sin pasarme por aquí... ¡Ya no me acordaba de lo que se ríe una con sus anécdotas! Espero sacar algo de tiempo esta semana para ponerme al día con todo lo que le ha pasado, que últimamente no me da la vida real para meterme en esta vida virtual y se echa de menos.
ResponderEliminarUn besazo!
Muy buena historia. Cuento de la lechera o no, si escribieras un libro no tendría inconveniente en comprarlo.
ResponderEliminarAvisa pues!
Un saludo
Yo como tu pienso que la intimidad de cada uno no tiene precio. Me encanta tu historia y la preciosidad que te ha salido con la nata de esos cántaros.
ResponderEliminarUn besazo señor Lobo
Me ha encantado la historia de la lechera...a cuantos no nos gustaría que nos picara a la puerta una mujer así. La paulova es otro sueño.
ResponderEliminarBesos
jajaj genial tu historia y tu paulova aún más...nunca consigo un buen merengue en el horno, seguiré tu receta y te cuento, bsss
ResponderEliminarMenudo cuento tenía la lechera! Lo que quería era quedarse con el monopolio de tu producción de paulovas, seguro!
ResponderEliminarQue por cierto menuda paulova rica, dan ganas de meter la zarpa!
Salud!
Pues sí, la intimidad de uno es sagrada y ni con todo el oro del mundo se paga.
ResponderEliminarAunque, sinceramente, tu blog daría para escribir un cuento-recetario de lo más interesante.
A mí no me gusta el merengue pero esta Paulova se ve muy rica :)
besos
Nuestra admiración y respeto para los Lobos que se atreven con las Pavlovas! (genuflexión y reverencia)
ResponderEliminarSaludos
Marisa