lunes, 19 de mayo de 2014

Bollitos de té negro y naranja para Bella

 

   Estaba yo arreglando el coche,  no se que le pasa a los intermitentes que guiñan más rápido que Arturo Fernández ("Ay, chatina!") cuando oí abrirse la puerta del jardín.
   Así sucio y despelujado salí a ver quien era: Un señor con pinta de corredor de seguros estaba haciendo un ramo con mis mejores flores: Los lirios, las begonias...arrancados a lo loco y sin ningún cuidado.
   Le llamé la atención bastante mosca y el tipo casi se muere del susto, empezó a temblar y farfullar que no le matase, que me daba lo que quisiera. Yo esperé callado a ver si se le pasaba el susto, pero nada, rajaba y rajaba sandeces sin parar. Al final me dijo que me daba a su hija. Así que pensando que era un chalado le dije "vale, vale" y le empuje hasta la puerta.

   Cual sería mi sorpresa cuando al caer la tarde aparece en mi puerta una chica con una maleta. Pero, ¿qué clase de majara entrega a su hija a una bestia supoestamente aterradora? Intenté explicarle que no, que no hacía falta, que se fuera para su casa
  Pero ella se negó, tenía que obedecer a su padre y además acababa de pasar el último autobús.
  ¡Mierda!, yo seguía con el coche averiado así que no podía llevarla, no me quedaba más remedio que darle cobijo esa noche. Pero al día siguiente la ponía rumbo a casa, sí o sí.



   Desde el principio dejó su impronta en casa y yo, derrengado como estaba, hice un amago de impedírselo, pero era tan evidente que lo hacía con la boca pequeña que los dos lo dejamos estar.
   Mientras yo apañaba la cena con cuatro cosas, ella le dio un repaso impresionante a la casa, no es que estuviera sucia, pero le faltaba y mucho un poco de orden. Su eficiencia era tal que parecía el mismo mister Propper (Ahora Don Limpio) camino de la habitación enderezaba un cuatro, colocaba una cortina, centraba la alfombra...¡Auténtica magia!
  Cuando salí de la cocina ya estaba sentada, la mesa puesta, flores en los jarrones...


  Empezamos a hablar y Bella, que así se llama, me contó que había estudiado interiorismo, pero que al morir su madre se había vuelto a casa para cuidar a su padre y ahora no podía dejarlo sólo. Y era una pena porque tenía una oferta de trabajo estupenda en la ciudad.
  Yo le conté con que amor había cogido él un ramo para ella, lo que le extrañó mucho porque no le había dado ninguno, de hecho había visto un flamante ramo en casa de la vecina cuando pasó a despedirse...
  Nos dio la risa a los dos, cenamos, brindamos por su futuro en la capital y pasamos una noche inolvidable. Fue el principio de una buena amistad y quien sabe si de algo más.
   Para desayunar le hice unos bollitos de té y naranja para asegurarme de que no me olvidase y desde luego por su cara creo que no lo hará.


Bollito de té negro y naranja (Sin matarse a amasar)


140 ml de te negro muy concentrado
60 gr de pasas sultanas
30 gr de cáscara de naranja
6 gr de levadura prensada
150 ml de leche tibia
6 gr  de sal
 60 gr de mantequilla blanda
450 gr de harina 
35 gr de azúcar.

   Verter el té sobre las pasa y la cáscara y macerar 1 hora. Pasado este tiempo filtrar el  y mezclarlo con la leche en la que habremos disuelto la levadura.
     En un bol trabajar la harina con la sal y la mantequilla hasta que parezcan migas gruesas, incorporar el azúcar, las pasas y la cáscara, mezclar e incorporar los líquidos con la levadura y amalgamar bien todos los ingredientes.
     Pasar a una superficie enharinada y amasar 10´ hasta conseguir una bola lisa y elástica, meter en un recipiente hermético y refrigerar toda la noche.
      Precalentar el horno a 50º y apagar
      Al día siguiente pasar a una superficie lisa y amasar ligeramente hasta que vuelva a estar tierna y formar una especie de cilindro de unos 5 cm de diámetro. Cortar 15 rodajas y formar bolitas que aplastaremos y pondremos a fermentar en la bandeja dentro del horno forrada con papel, cubiertas con un paño una media hora.
     Sacar y subir la temperatura a 220º, poniendo una bandeja metálica, a poder ser llena de piedras en el fondo del horno.
En el momento de meter los bollos, pincelados con un poco de leche, verter 1/2 vaso de agua en la bandeja y hornear 20´.
    Comer templados o fríos.

* La receta está sacada de "Pan, bollos y otras masas" ("Pains, viennoiseries et tours de main de fond de pétrin, pains maison, recettes du boulanger") de la editorial Tikal, un libro muy recomendable con cerca de 130 recetas de pan, bollería y masa varias muy sencillo e interesante, que incluye recetas y técnicas explicadas de una forma asequible para torpes como yo. Yo la he tuneado ligeramente, sobre todo en la preparación aportando los consejos de Iban Yarza: Dejar levar toda la noche y poner vapor para conseguir corteza. El resultado es absolutamente delicioso!




6 comentarios:

  1. Ooohhhh a esos bollitos les tenía yo echado el ojo hace tiempo... bueno, a unos parecidos, unos de té. Y con naranja, me alegro de haber esperado y descubrir estos, son mucho más apetecibles!

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  2. Qué maravilla de bollitos, qué toque más irresistible el de la naranja. Bonita y diferente la historia de Bella. Au revoir Sr Lobo.

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  3. Como mola la entrada! Jajaja me encantó eso de te tengo que dar a mi hija, lo reconozco me ha enganchado la historia, tanto, que casi me olvido de estos estupendos bollos de té y naranja, pero sólo casi jjj. Creo que Bella ha quedado prendada de las artes culinarias del Sr Lobo. Bsss

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  4. oooohhhhh por fin una historia bonita y con final... casi casi feliz :)
    Los bollitos debían estar espectaculares para haber causado tan buena impresión a Bella.
    besos

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  5. Qué bollitos tan ricos. Seguro que Bella se quedó encantada =)
    Fíjate que yo creo que hacíais buena pareja y todo.. Ella ordenada y trabajadora, y tú un buen cocinero. Seguro que os compenetrabais bien.
    Un besote!

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  6. Por qué todos sabemos cómo termina la historia, por qué eso de dar a una hija, ains!. Aunque tu versión me mola (palabra de moda) más, el viejo era muy listo, se llevo flores gratis, pero la hija se llevo el mejor premio; cenar contigo y unos bollitos de té deliciosos.
    Un beso

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Este bosque es muy chulo, pero a veces se siente uno solo...hazme un poco de compañía con tus cometarios.