jueves, 4 de septiembre de 2014

Arroz con leche a tu salud, Blancanieves.


 Llevo todo el día recordando una imagen televisiva de mi infancia: Era el programa de la Dirección General de Tráfico que empezaba con la alegre secuencia de un coche estampanándose varias veces contra una roca tremenda mientras una voz en off nos alegraba la tarde con aquello de " El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra"
  Yo reconozco que en mi condición de cánido sentía una alegría malévola sintiéndome inmune. Pues no, los otros animales no sé, pero yo soy capaz de tropezar las veces que haga falta

  No se si recordáis mi affaire con la Madrastra de Blancanieves y como esa pequeña pájara le creó a la pobre la leyenda negra o como de nuevo me la dejé colar y acabó por robarme el coche.
  Esta vez temí lo peor al recibir una sentida carta de disculpa en la que me invitaba a su boda. Decía que era importantísimo que la perdonase o sería un mal presagio para su nueva y feliz vida junto a un príncipe encantador. De hecho me pedía que fuera su padrino ¡Nada menos!
  Ya me imaginaba alguna de sus jugarretas cuando llegase al lugar de la ceremonia y me encontrase mas solo que la una, pero en ese momento llegaron los tres cerditos alteradísimos por el notición: Ellos también estaban invitados, lo mismo que Pinocho, Caperucita, Pedrito el Pastor...todos mis vecinos.
  Quizá era cierto y se había  reformado, no sería yo quien les aguase la fiesta a todos.

  El día del evento nos reunimos todos en el lugar convenido, una capillita un poco apartada pero coqueta a rabiar. Yo lucía mis mejores galas, incluso gardenia en el ojal, no me había olvidado ni del arroz para cumplir con todas las supersticiones propias de estos casos.
  Pasó el rato y la novia no aparecía, pero todos sabemos que eso es lo que le da emoción a estas cosas.
  A las dos horas nos quedó claro que otra vez nos la había metido por la escuadra. El personal volvió a casa bastante mosca, después de emperifollarse para una boda real, pero eso no fue nada comparado con el globo que pillaron al descubrir que la niñata y esos enanos sarnosos habían aprovechado nuestra ausencia para desvalijarnos a fondo: No había quedado casa sin limpiar, ni la de paja, ni la de madera ni la de ladrillo, se las habían trabajado todas...

  Como en el fondo me esperaba algo así en lugar de hacerme mala sangre, cogí el arroz y me preparé un buen postre, que a mi Blancanieves no me amarga el día.

Arroz con leche de almendras

240 gr. de arroz bomba
100 gr. de azúcar + 1cs.para las almendras
1,5 l. de leche de almendras
1 palo de canela
la cáscara de 1 limón
canela molida

   Lavar el arroz bajo el grifo hasta que el agua salga limpia, sin restos de almidón.
   Poner a fuego medio la leche de almendras con el azúcar, el palo de canela y la cáscara . Cuando rompa a hervir añadir el arroz y cocinar removiendo frecuentemente hasta que esté en su punto y retirar. Poner en una fuente y dejar enfriar.
   Mientras en un cazo poner la almendra a fuego medio-alto, cuando empiecen a dorarse espolvorear con la cucharada de azúcar extra y remover hasta que estén caramelizadas.
   Servir el arroz espolvoreado con las almendras y la canela.